A las 21:30 en punto estaba en la puerta
del aeropuerto, venía de un vuelo nacional y allí estaba yo esperándola. Por su
trabajo Cayetana viajaba buena parte de su jornada laboral, es una alta
ejecutiva que se ha hecho a ella misma. Los dos somos personas libres, pero muy
ocupados, por ese motivo nos cuesta bastante cuadrar agendas.
Me acaba de confirmar con un mensaje que ya
está cerca de la puerta donde la espero cuando por un motivo u otro la recojo
en el aeropuerto. Estoy deseando volver a verla. He reservado mesa para cenar
en el mejor restaurante de la ciudad, los dos somos de buena mesa.
Ahí la veo aparecer, está preciosa, una
blusa blanca, falda de tubo negra, medias y unos tacones de infarto (cómo
siempre). Su sonrisa al verme es preciosa, le sonrío yo también. Bajo para
acompañarle con la maleta de mano. Automáticamente nos fundimos en un buen
abrazo donde me deleita con su exquisito perfume. Un beso tímido en la boca,
unas preguntas breves de rigor y le abro la puerta para que suba al coche (le
encantan estos detalles de galán).
Camino al restaurante nos ponemos al día de
nuestros trabajos, su energía sexual es brutal, noto su deseo y sé que ella el
mío. Nos miramos con sendas sonrisas, me toca la pierna mientras me habla, Cayetana es de contacto, y
yo aprovecho para acariciar su mano de delicados y largos dedos. La pasión
corre por nuestra piel, recuerdo nuestro último encuentro donde ella me regaló
un número incontable de orgasmos. Su condición multiorgásmica es un valor
añadido a su sexualidad y su elegancia.
Llegamos al restaurante, el aparca coches
le abre la puerta, la recojo con mi brazo que rodea su espalda, nos besamos
tímidamente antes de entrar, nuestra pasión y ganas de tenernos nos regala un
nuevo beso. Al entrar al restaurante las miradas se centran en la figura de
Cayetana, su caminar elegante calzado en sus zapatos de tacón y su sonrisa provocan
las miradas tanto de los hombres cómo de las mujeres.
Acomodados en la mesa de siempre, Cayetana
empieza sus miradas morbosas. Recorre sus labios rojo intenso con su lengua
ensalivada, mientras su mano se posa sobre la mía.
- Héctor, estoy muy muy húmeda. Necesito sentir tu pene
dentro de mí.(lo susurra mientras su mirada se apodera de mí).
- Cayetana por favor vamos a cenar, me acabas de poner
durísimo.
Noto su pie entre mis piernas, le encanta
provocarme y su osadía y morbo no tiene límite. No le importa que el camarero
nos esté tomando nota, ella sigue acariciando mi pene con su desnudo pie. Tengo
que incorporarme para estar completamente debajo de la mesa para que nadie vea
el pie de Cayetana acariciándome al taparme completamente con el mantel
elegante de la mesa.
Se marcha el camarero, y su sonrisa se
convierte en una carcajada picara que hace que la mesa más próxima nos
observen. Su juego acaba de empezar, y yo estoy deseando ver cuál es la locura
de hoy. Su mente privilegiada crea situaciones realmente morbosas donde
controla hasta el último detalle.
Se levanta de repente y se va al baño. Su sonrisa
la delata, antes de encaminarse al baño me besa intensamente y me susurra “estate
pendiente del móvil” y se aleja sin más.
Obedezco y en ese justo momento entra un
mensaje de Cayetana “quiero me penetres”. Me vuelve a poner mi verga
completamente tiesa. Siempre sabe cómo captar mi atención. Siguiente mensaje
acompañado de una foto “estoy en el baño de los minusválidos, clávamela por
detrás”.
Quiero complacerla y me levanto rápidamente para satisfacer su deseo,
antes de levantarme, saco mi camisa por fuera del pantalón para disimular al
máximo mi erección.
La puerta está sin cerrojo, sabiendo
Cayetana que no iba a tardar en complacerla. Tal y cómo entro nos miramos a través
del espejo, no se inmuta, abre sus piernas mientras yo bajo su braguita para
poder penetrarla desde atrás. Compruebo que está bien húmeda, bajo mis
pantalones, dejo caer mis bóxer, se inclina para que mi verga entre fácilmente.
Con mis manos en sus pechos la sostengo para que no se golpee contra el espejo
del baño, empieza su ronroneo, va subiendo el tono de sus gemidos. La muevo delicadamente
mientras ella se inclina y mueve su precioso culo hacia mí, me clava sus glúteos
en mí.
Se gira levemente me susurra “no pares
Héctor, sigue así y me correré de seguida”, sus gritos de placer aumentan y me
veo obligado a introducir mi mano en su boca para evitar que nos descubran. Muerde
intensamente mi mano mientras sus manos clavadas en el espejo hacen de tope a
las empotradas que le propino buscando el rápido orgasmo que está por llegar. Su
mirada reflejada en el espejo me incita a acelerar el ritmo de mis embestidas…
Clava su dentadura en mi mano al tiempo que mueve su pelvis a mi ritmo, se deja
caer sobre el frio mármol del baño. Es momento de parar, esos segundos de
extremo placer al sentir cómo su cuerpo se estremece de tan intenso orgasmo. La
abrazo desde atrás unos segundos… noto su corazón latir, se incorpora
lentamente sin retirar mi miembro de su interior… aceramos nuestras bocas con
el giro de nuestros cuerpos y nos fundimos en un beso de intercambio de saliva…
finalizando el beso me retira dulcemente… nos miramos y nos abrazamos, la lleno
de besos en el cuello, ella me acaricia suavemente… nuestras manos viajan por
nuestros cuerpos, caricias llenas de pasión. Cayetana se inclina y me deleita
con su lengua que recorre mi pene todavía erguido. Escupe su saliva en mi
verga, sabe que me excita, y no para de mover su lengua hasta que le indico que
voy a correrme… Le encanta tragarse mi semen, dice que es un agridulce muy
sabroso, y mientras me corro su boca se acopla para que el semen entre
dosificado por su garganta. Acaricio su pelo mientras se relame todavía
arrodillada ante mí, levanta su cabeza, nos miramos y sabemos que toca
vestirnos. Sin dejar de besarnos, besos con sabor a sexo, nos vamos acicalando
la ropa rápidamente para casi a la par, nos miramos en el espejo, y decimos “estamos
divinos” La invito a salir primero, me dedica una última sonrisa al abrir la
puerta y alejarse. Espero dos minutos y antes de abandonar el baño recibo un
nuevo mensaje suyo “quiero más”.
En la mesa no comentamos nada, nos han
colocado otra pareja muy muy cerca de nosotros y tenemos que ser correctos. Ella
es mi zorra en la cama y yo su cabrón, pero siempre unos señores correctos y
elegantes.
Estoy deseando llegar a casa y sentirla mía.