jueves, 8 de diciembre de 2016

Una tarde te cambia todo....


Estaba en el bar donde iba a pasar ratos improductivos, tenía que esperar medía hora para volver al trabajo.
Ese día mi ánimo no era el mejor, pero estaba a punto de tener un golpe de suerte. Si, era ella, acaba de entrar al bar, la mujer delicada y elegante que más de un día había visto pasar por delante del escaparate de donde yo solía sentarme a pasar esos minutos previos a mi trabajo de tarde.
A través del escaparate nos habíamos mirado, en alguna que otra ocasión… creo que alguna de esas veces me había sonreído, seguramente al ver la cara de bobo que se me quedaba cada vez que la veía.
Hoy había entrado en el bar y siguiéndonos la mirada, pidió una copa de vino blanco y acto seguido se sentó en la mesa de delante de mí.
Vestida como un ángel, chaqueta blanca una falda corta y una blusa ajustada también blanca, medias creativas negras y zapatos elegantes hicieron que me pusiese nervioso ante su mirada, cuando descubrió que seguía hipnotizado por su presencia. Bella y elegante, de mirada penetrante me estaba desafiando… cruzó de nuevo sus piernas, mis ojos reseguían cada movimiento suyo… sus ojos buscaban los míos… está claro que había venido a alegrarme la tarde… venía a jugar conmigo sabiendo que yo iba a jugar todas las cartas…. Desconcertado por su sonrisa…coquetea tocándose su preciosa melena rubia,  intento disimular, pero me es imposible dejar de mirarla. En ese preciso y precioso momento desabrocha un botón de su blusa y deja visible un precioso sujetador negro de encaje… su mirada matadora hace que la miré con deseo… mi lengua instintivamente repasa mis labios intentado provocarla… su respuesta no tardó en llegar: repasó sus labios de rojo carmín una y otra vez sabiendo que en ese momento ante la multitud estábamos solos ella y yo. 
Me estaba planteando dirigirme a ella, no sabía cómo, ni qué decirle… y ella se adelantó a mi pensamiento:
-           Disculpa,  ¿vives por la zona?
Nuestra mirada desprendía fuego…miraba sus labios de carmín rojo
-          No, trabajo en la zona, pero te he visto varias veces. ¿Tú vives aquí?
-          Si, encima de la tintorería de al lado.
-          Soy Josep, Josep Maria, y tú?
-          Mercè, me llamo Mercè.
Su sonrisa era preciosa, se vuelve a tocar el su cabello sutilmente…  me levanto de mi mesa y me acomodo en la suya
-          ¿Te importa te acompañe?
-    No, para nada, es un placer conocer gente nueva (respondió ella, con una sonrisa de bandera). Hace muy poco que vivo aquí, y me está costando conocer gente, ya que trabajo prácticamente todo el día. Trabajo desde casa donde tengo montada la oficina.
-          Pues ya tienes un nuevo amigo para lo que necesites (esboce una de esas sonrisas que sé que pueden despertar sensaciones y deseos en una mujer).
Sus ojos brillaban, nos pusimos al día, me explico que venía de Andalucía, y que actualmente no tenía pareja, pues acababa de salir de una relación que había acabado como el rosario de la Aurora.
Miradas y sonrisas hicieron que me despistase en mi hora  de vuelta al trabajo. Me dispongo a despedirme y me comenta que si quiero, al acabar mis horas de trabajo de tarde, que le avise y que tomemos un vino y sigamos la conversación.
-          Perfecto Mercè, acabo sobre las 19 horas, te aviso y tomamos ese vino.
Nos despedimos con un par de besos donde nuestros cuerpos y nuestras manos sutilmente se acarician y se rozan sintiendo esa energía sexual y pasión que creamos el uno en el otro, nos intercambiamos nuestros números de teléfono.
Salgo del bar con una sonrisa intensa y llena de nervios…. Acabo de quedar con la mujer que llevo buscando y deseando de hace un mes y medio, justo el tiempo que hace que trabajo en Barcelona.
Las horas siguientes hasta las 19h, se me hacen largas muy largas.
Saliendo por la puerta y enviándole un mensaje a Mercè mis nervios son palpables, mi sonrisa nerviosa me acompaña mientras espero su respuesta.
-           Mi mensaje: Hola Mercè, a tu disposición para tomar ese vino y seguir la conversación si te sigue apeteciendo.
-          Su mensaje:  Si, si, me apetece, pero me faltan 10 minutos, anda sube un momento y te enseño mi oficina. Número 10, 2-4.
Uffff un gran escalofrío me recorre mi cuerpo. No dudo un instante y me dirijo al número 10, toco el interfono y me responde esa voz sutil que me invita a subir.
No me lo puedo creer, como la vida te puede dar en tampoco tiempo tantas sensaciones.
Llego a su piso, la puerta esta abierta.
-          Hola, ¿Puedo entrar?
-          Si, pasa estoy al final del pasillo.
Está trabajando concentrada en el ordenador. La habitación es muy luminosa y blanca, se gira para saludarme.
-          Espera que acabo y estoy por ti.
Me sonríe mientras me acerco, me pongo justo detrás de ella… habla, pero no la estoy escuchando. Estoy observando sus bonitas manos con una manicura perfecta como teclea rápidamente en el teclado del ordenador.
Me siento en un sillón blanco que tiene junto a un revistero, estoy delante de ella, me sonríe. Mercè es de esas mujeres que me enamoran en cada movimiento, en cada gesto….
Esta descalza, los zapatos debajo de su silla y sus pies de puntillas le hacen una figura preciosa. Piernas delgadas enfundadas en sus medias negras…
Sigo observándola mientras mi imaginación me lleva a una fantasía sexual:
Me levanto y me acerco por detrás, mis manos sutilmente se apoyan en sus hombros al tiempo que me acerco a su cabello para besarlo y impregnarme de su aroma… respiro intensamente para llenarme de ese perfume que aprecie en los dos besos que anteriormente nos habíamos dado.
Se gira mientras estoy con los ojos cerrados llenándome de ella, tengo su boca casi junto a la mía, me sonríe y sin darnos cuenta nos besamos… Su lengua es delicada, movimientos suaves resiguiendo mis labios…. Estoy temblando de placer… mis manos dulcemente empiezan a recorrer su precioso cuerpo proporcionado… mis manos se entremezclan en su rubia melena, nuestras bocas siguen inmersas en esos besos de pasión que no quieres abandonar.
Se levanta, sin dejar de besarnos… nuestras bocas no se quieren separar… ahora son sus manos que me acarician mi espalda… noto como sus dedos palpan mi piel con la intensidad de querer hacerme suyo. Mis manos se cuelan dentro de su blusa pro la espalda… su piel cálida y suave me hacen desearla más… sus manos en mi nuca intensifican nuestro beso… las lenguas no cesan de moverse… la saliva es fuego, nos estamos quemando por dentro y se nota en cómo nos rozamos… nuestros cuerpos unidos por el roce… llenos por los besos y atentos a nuestras caricias.
Sus manos se cuelan dentro e mi pantalón por la parte trasera… me trae hacia ella, mi pene erguido se clava en su entrepierna… la boca es fuego por tanta pasión… tomamos aire y seguimos besándonos con más intensidad… mi cintura se mueve en círculos ante la presión de sus manos por tenerme bien cerca de ella…. Somos dos cuerpos en uno… estamos fundidos y mimetizados el uno con el otro… sus movimientos son los míos, sus caderas mueven las mías… su entrepierna clavada a mi pene hace que las lenguas roten con más intensidad y pasión… mis manos de la espalda pasan en busca de su pecho… lentamente retiro el sujetador para poder acariciar su busto con tanta delicadeza que sus pezones responden a la lentitud de mis dedos…
Respiramos entre beso y beso con tanta pasión que abrimos y cerramos los ojos para flotar en ese plano tan placentero que nos lleva a desnudarnos lentamente uno al otro.
Mi pantalón cae, su falda se desliza… mi camisa se abre, su blusa la retiramos entre los dos y en ses momento nos encontramos con ropa interior….
Me arrodillo ante ella para poder saborear su sexo, sólo retiro su tanga negro para poder situar mi lengua en sus bellos labios sexuales donde todo su pubis perfectamente depilado me espera totalmente mojado..
Mi lengua se desliza con facilidad gracias a su humedad… noto como su cuerpo se deshace con mis lengüetazos lentos y delicados… sus manos se apoyan en mi cabeza para no perder el equilibrio… mi movimiento circular en su clítoris hace que sus gemidos llenen mis oídos y me estremezca al tiempo que mi lengua es más y más delicada…. Su orgasmo no tarda en llegar… bebo de ella como antes bebía de su boca…
Me incorporo y un precioso abrazo no funde en la timidez de la situación…
En ese momento…  escucho:
-          Josep, Josep, ¿me oyes? Ya estoy, ordenador apagado. ¿Nos vamos de vinos?
-          Ufff, suspiro… si, si, vamos, perdona, estaba en otro mundo…
Sonreímos los dos y vamos saliendo, pero sin antes, en su largo pasillo, pararla, y decirle.
-          Mercè, por favor, déjame abrazarte.
Asiente con la cabeza y en ese instante vuelvo a soñar despierto… nos estremecemos juntos..

Nos besamos… y ahí empieza a realizarse mi sueño.