martes, 16 de enero de 2018

Es nuestra primera vez

Es nuestra primera vez.

    Sí, habíamos decidido Enrique y yo pasar a la acción. Siempre me ha llamado la atención el mundo BDSM. Me excita sentir que dominan a la mujer rebelde que soy. Lo hemos medita, nos hemos informado y hoy es el día.

    Me visto con una bonita y dulce lencería de color carne, hoy mi delicadez contrastará con mi fuerza mental. A Enrique le encantó la idea desde el minuto cero, alguna que otra vez había fantaseado con atarme a la cama y hacer conmigo lo que quiera. Nunca se lo permití, siempre hemos tenido un sexo muy placentero. Es delicado, sus manos recorren dulcemente mi cuerpo buscando los suspiros y jadeos de sus interminables caricias. Nuestros besos empiezan tímidos para convertirse en fuego donde nuestras lenguas y saliva nos inundan los sentidos. Conoce también mi cuerpo que antes de penetrarme consigue un par de orgasmos de los que me transportan directamente al cielo. Es incansable en recursos placenteros, sus dedos reconocen una y otra vez mi humedecido sexo, me cambia la intensidad de sus movimientos  provocando en mi interior puntas de placer donde me estremezco una y mil veces antes de regalarle el primer orgasmo… justo en ese momento su cuerpo me abraza, me acaricia, me susurra y contiene en mí el éxtasis del placer durante unos minutos. Sin darme mucha tregua empieza a recorrer mi cuerpo con los suaves lamidos de su lengua, llega a mi sexo después de recrearse delicadamente en mis pechos,  mis pezones quieren desengancharse de mis senos erizados, me retuerzo en mi misma entre susurros y gritos….

    Estos son mis pensamientos mientras espero sus órdenes en posición sumisa, me humedezco, mi excitación es brutal, mi cuerpo está inmóvil, mis rodillas se resienten… mi mirada baja puede ver como Enrique está sentado delante de mí, el silencio me permite captar todo, su respiración, los leves movimientos de sus zapatos… el tiempo se ha parado, me concentro en no desfallecer de mi posición, arrodillada, sentada sobre mis pies y mi espalda completamente recta. Deseo complacer a mi amo, necesito satisfacer su lado más oculto, quiero ser obediente, todo lo que me ordene es por nuestra nueva conexión, es conectar nuestras mentes y unir nuestro placer mental y físico.

    Se incorpora mi amo, mi cuerpo vibra, siento mi fragilidad ante su poder, me tensiono y olvido el dolor de mis rodillas… sus manos acarician mi melena, el silencio es su vocabulario, mi respiración intensa y excitada la respuesta a su cercanía. Mi piel se eriza,  en ese momento me agarra mi melena y me levanta bruscamente. Me tambaleo, mis piernas adormecidas no me mantienen de pie, me abraza con la otra mano para que no me derrumbe ante él. Me susurra:

-          No te preocupes, yo te sostengo.

Recibo sus palabras como la protección que necesito en este momento. Mi fragilidad reconfortada por su fortaleza. Su seguridad me excita, estoy abandonada a él, me sostiene con una mano en mi cabellera y otra apretando bien fuerte mi cintura, noto su pantalón, la camisa y el frio de la hebilla del cinturón. Recobro mi estabilidad, me libera poco a poco… cuando logro sostenerme de pie me pide que cierre los ojos. Obedezco.

Se retira completamente, noto sus pasos. Mi excitación aumenta, húmeda y goteando me mantengo de pie y con los ojos cerrados.  Vuelve a acercarse, me venda los ojos con un pañuelo, se preocupa por la presión del mismo. Coge mis manos, me guía hasta la habitación, se separa de mí, noto como se sienta en la cama delante de mí… se las inventa para inclinarme y apoyarme en sus piernas. Tiemblo, intuyo sus intenciones, el miedo hace que me excite, el silencio y notar como pasan los segundos sin su acción enloquece mis sentidos. Por fin después de unos minutos se pronuncia.

-            Cariño, vas a recibir tus primeros azotes por dudar de mi capacidad para someterte. Sólo quiero tu silencio, acepta cada uno de ellos, si no lo soportas, ya sabes que hacer. ¿estas preparada?

Asiento con la cabeza mientras pronuncio un leve sí.

-          Así no es cómo debes dirigirte a mí, acabas de sumar dos nuevos azotes y todavía no he empezado con ellos.

-          Si mi señor, lo que usted quiera mi señor, perdóneme, estoy nerviosa.

El silencio y los escalofríos inundan todo mi ser. Sus manos acarician mis nalgas, estoy esperando los azotes que no llegan, se recrea en acariciar mi trasero, comprueba la humedad de mi sexo… me abre de piernas y me toca dulcemente… mis gemidos silenciosos hacen que me retuerza a la merced de la delicadeza de sus dedos. Cuando más excitada estoy para de golpe… junta mis piernas.

Nunca mi deseo ha sido tan grande, quiero que me folle locamente, pero sé que eso no puedo ni debo pedirlo, esa dominación me tiene inmóvil y esperando su siguiente paso. Mi cabeza está colgando por encima de sus piernas. Apoya su mano en mi cabeza para que no me mueva, su mano me da seguridad, me calma, estoy esperando su acción que no llega nunca. Quiero sentirme azotada de una vez, está jugando conmigo, me domina mentalmente como nunca lo hubiese imaginado. Yo una mujer rebelde esperando a ser azotada, me muero de ganas, quiero gritar, quiero suplicar que lo haga, pero no sale nada de mí, estoy paralizada y  sólo puedo esperar la decisión de mi amo.

Zaasss, me azota con lo que intuyo es un cinturón, un escalofrío me recorre de arriba abajo, el dolor se apodera de mí, esa mezcla de dolor, humillación y placer… no puedo recomponerme cuando otro azote resuena en mis cachetes y recorre todo mi cuerpo… en esta ocasión el dolor ha sido mayor, he tenido que apretar los labios para no chillar, y aun así he gemido como un animal rabioso. Quiero gritar a mi amo, quiero rebelarme, su mano en mi cabeza me inmoviliza… los azotes siguen, pierdo la cuenta de cuantos me da entre dolor, placer y lágrimas, los encajo todos con la dignidad que puedo… acepto, acepto y acepto deseando que mi amo deje de azotarme… se hace el silencio, ya no resuenan en la habitación el cuero del cinturón en mi piel, mi cuerpo vibra, sigo esperando nuevas reacciones… quizás más azotes.

Me sorprende la delicadeza de como empieza a acariciar mi trasero dolorido, no puedo evitar moverme del dolor resentido en mi piel… recorre delicadamente mis nalgas, mis piernas y sutilmente sus dedos los introduce en mi vagina completamente empapada. Esta mezcla de dolor con la excitación del deseo tan intenso hace que mi primer orgasmo llegue en unos segundos… conoce tanto mi cuerpo que justo cuando me estoy corriendo su mano se posa suavemente en mi sexo esperando sentir los escalofríos que mi cuerpo desprende… sigo inmóvil por su mano en mi cabeza… abierta de piernas todo lo que mi posición me lo permite, sigue acariciando los labios de mi sexo. Es increíble el dominio que ejerce sobre mí, mi cuerpo le pertenece hace una década, y desde hoy mi mente rendida a sus deseos más ocultos. Estoy orgullosa de haber dado este paso, de ser la sumisa de mi pareja, quiero un 7/24, lo deseo todo con él, quiero que me sorprenda en cualquier momento del día con sus peticiones más que morbosas, aceptar la voluntad de mi AMO y SEÑOR. Los orgasmos se suceden en los próximos minutos… tengo que parar o caeré inconsciente de tanto placer… justo en ese momento de éxtasis mi señor detiene su cometido.

Dulcemente mueve mi cabeza y mi cuerpo para que me incorpore ante él que también se levanta junto a mí. Nos fundimos en un abrazo, no hay palabras, sus manos me acarician dulcemente mientras te susurra:

-          Te quiero y me fascinas, gracias por tu entrega.

Mi cuerpo se estremece, me abandono a él nuevamente como el que salta al vacío… estoy en calma, las sensaciones tan contradictorias de placer y dolor me reconfortan, noto las molestias en mis rodillas por los largos minutos pasados en posición de sumisa, y la piel de mis glúteos siguen hirviéndome en mi interior. El placer está por encima del dolor que sirve de catalizador para estar pletórica y excitada en todo momento. Sigo sin ver nada, mis sentidos están potenciados al faltarme la visión.

Me guía de nuevo y me tumba en la cama… abre mis piernas y mis brazos… abrazo el universo mientras mi AMO ata mi mano izquierda, luego la derecha y exactamente lo mismo con mis pies. De nuevo el miedo a no saber qué pasará se apodera de mí. Silencio, noto como sus manos convertidas en plumas se deslizan por mi cuerpo todavía vestido con la lencería escogida por él.
Mi piel se eriza, mis gemidos salen del alma… sus dedos se detienen para introducirse nuevamente en mi sexo… deseo y más deseo de ser penetrada… mi cuerpo a su merced, mis gemidos creando canciones antes de cada orgasmo… y por fin noto como su cuerpo se une al mío, me besa lentamente el cuello, recorre mis pechos prestando máxima atención a mis pezones que quieren desengancharse de mi piel… y en este momento, deseando moverme para acariciarlo y corresponderle siento como me penetra fácilmente gracias a la lubricación natural del éxtasis del día… empotradas con tanta energía que me vuelve a recordar el dolor de mis glúteos azotados minutos antes…


Nos corremos al unísono, me desata y quita mi venda cuando recupera su aliento, nos abrazamos en silencio, lo acaricio dulcemente, besos dulces ensalivados, miradas de pasión y tiernas caricias mutuas hasta que nos dormimos piel con piel…