Es nuestra primera vez.
Sí, habíamos decidido Enrique y
yo pasar a la acción. Siempre me ha llamado la atención el mundo BDSM. Me
excita sentir que dominan a la mujer rebelde que soy. Lo hemos medita, nos
hemos informado y hoy es el día.
Me visto con una bonita y dulce
lencería de color carne, hoy mi delicadez contrastará con mi fuerza mental. A
Enrique le encantó la idea desde el minuto cero, alguna que otra vez había
fantaseado con atarme a la cama y hacer conmigo lo que quiera. Nunca se lo
permití, siempre hemos tenido un sexo muy placentero. Es delicado, sus manos
recorren dulcemente mi cuerpo buscando los suspiros y jadeos de sus
interminables caricias. Nuestros besos empiezan tímidos para convertirse en
fuego donde nuestras lenguas y saliva nos inundan los sentidos. Conoce también
mi cuerpo que antes de penetrarme consigue un par de orgasmos de los que me
transportan directamente al cielo. Es incansable en recursos placenteros, sus
dedos reconocen una y otra vez mi humedecido sexo, me cambia la intensidad de
sus movimientos provocando en mi
interior puntas de placer donde me estremezco una y mil veces antes de
regalarle el primer orgasmo… justo en ese momento su cuerpo me abraza, me
acaricia, me susurra y contiene en mí el éxtasis del placer durante unos
minutos. Sin darme mucha tregua empieza a recorrer mi cuerpo con los suaves
lamidos de su lengua, llega a mi sexo después de recrearse delicadamente en mis
pechos, mis pezones quieren desengancharse
de mis senos erizados, me retuerzo en mi misma entre susurros y gritos….
Estos son mis pensamientos
mientras espero sus órdenes en posición sumisa, me humedezco, mi excitación es
brutal, mi cuerpo está inmóvil, mis rodillas se resienten… mi mirada baja puede
ver como Enrique está sentado delante de mí, el silencio me permite captar
todo, su respiración, los leves movimientos de sus zapatos… el tiempo se ha
parado, me concentro en no desfallecer de mi posición, arrodillada, sentada
sobre mis pies y mi espalda completamente recta. Deseo complacer a mi amo,
necesito satisfacer su lado más oculto, quiero ser obediente, todo lo que me
ordene es por nuestra nueva conexión, es conectar nuestras mentes y unir
nuestro placer mental y físico.
Se incorpora mi amo, mi cuerpo
vibra, siento mi fragilidad ante su poder, me tensiono y olvido el dolor de mis
rodillas… sus manos acarician mi melena, el silencio es su vocabulario, mi
respiración intensa y excitada la respuesta a su cercanía. Mi piel se
eriza, en ese momento me agarra mi
melena y me levanta bruscamente. Me tambaleo, mis piernas adormecidas no me
mantienen de pie, me abraza con la otra mano para que no me derrumbe ante él.
Me susurra:
-
No te
preocupes, yo te sostengo.
Recibo sus palabras como la protección que
necesito en este momento. Mi fragilidad reconfortada por su fortaleza. Su seguridad
me excita, estoy abandonada a él, me sostiene con una mano en mi cabellera y otra
apretando bien fuerte mi cintura, noto su pantalón, la camisa y el frio de la hebilla
del cinturón. Recobro mi estabilidad, me libera poco a poco… cuando logro
sostenerme de pie me pide que cierre los ojos. Obedezco.
Se retira completamente, noto sus pasos. Mi excitación
aumenta, húmeda y goteando me mantengo de pie y con los ojos cerrados. Vuelve a acercarse, me venda los ojos con un
pañuelo, se preocupa por la presión del mismo. Coge mis manos, me guía hasta la
habitación, se separa de mí, noto como se sienta en la cama delante de mí… se
las inventa para inclinarme y apoyarme en sus piernas. Tiemblo, intuyo sus
intenciones, el miedo hace que me excite, el silencio y notar como pasan los
segundos sin su acción enloquece mis sentidos. Por fin después de unos minutos
se pronuncia.
-
Cariño,
vas a recibir tus primeros azotes por dudar de mi capacidad para someterte. Sólo
quiero tu silencio, acepta cada uno de ellos, si no lo soportas, ya sabes que
hacer. ¿estas preparada?
Asiento con la cabeza mientras pronuncio un leve
sí.
-
Así no
es cómo debes dirigirte a mí, acabas de sumar dos nuevos azotes y todavía no he
empezado con ellos.
-
Si mi
señor, lo que usted quiera mi señor, perdóneme, estoy nerviosa.
El silencio y los escalofríos inundan todo mi ser.
Sus manos acarician mis nalgas, estoy esperando los azotes que no llegan, se
recrea en acariciar mi trasero, comprueba la humedad de mi sexo… me abre de
piernas y me toca dulcemente… mis gemidos silenciosos hacen que me retuerza a
la merced de la delicadeza de sus dedos. Cuando más excitada estoy para de
golpe… junta mis piernas.
Nunca mi deseo ha sido tan grande, quiero que me
folle locamente, pero sé que eso no puedo ni debo pedirlo, esa dominación me tiene
inmóvil y esperando su siguiente paso. Mi cabeza está colgando por encima de
sus piernas. Apoya su mano en mi cabeza para que no me mueva, su mano me da
seguridad, me calma, estoy esperando su acción que no llega nunca. Quiero sentirme
azotada de una vez, está jugando conmigo, me domina mentalmente como nunca lo
hubiese imaginado. Yo una mujer rebelde esperando a ser azotada, me muero de
ganas, quiero gritar, quiero suplicar que lo haga, pero no sale nada de mí,
estoy paralizada y sólo puedo esperar la
decisión de mi amo.
Zaasss, me azota con lo que intuyo es un cinturón,
un escalofrío me recorre de arriba abajo, el dolor se apodera de mí, esa mezcla
de dolor, humillación y placer… no puedo recomponerme cuando otro azote resuena
en mis cachetes y recorre todo mi cuerpo… en esta ocasión el dolor ha sido
mayor, he tenido que apretar los labios para no chillar, y aun así he gemido
como un animal rabioso. Quiero gritar a mi amo, quiero rebelarme, su mano en mi
cabeza me inmoviliza… los azotes siguen, pierdo la cuenta de cuantos me da
entre dolor, placer y lágrimas, los encajo todos con la dignidad que puedo…
acepto, acepto y acepto deseando que mi amo deje de azotarme… se hace el
silencio, ya no resuenan en la habitación el cuero del cinturón en mi piel, mi
cuerpo vibra, sigo esperando nuevas reacciones… quizás más azotes.
Me sorprende la delicadeza de como empieza a
acariciar mi trasero dolorido, no puedo evitar moverme del dolor resentido en
mi piel… recorre delicadamente mis nalgas, mis piernas y sutilmente sus dedos
los introduce en mi vagina completamente empapada. Esta mezcla de dolor con la
excitación del deseo tan intenso hace que mi primer orgasmo llegue en unos
segundos… conoce tanto mi cuerpo que justo cuando me estoy corriendo su mano se
posa suavemente en mi sexo esperando sentir los escalofríos que mi cuerpo desprende…
sigo inmóvil por su mano en mi cabeza… abierta de piernas todo lo que mi
posición me lo permite, sigue acariciando los labios de mi sexo. Es increíble el
dominio que ejerce sobre mí, mi cuerpo le pertenece hace una década, y desde
hoy mi mente rendida a sus deseos más ocultos. Estoy orgullosa de haber dado
este paso, de ser la sumisa de mi pareja, quiero un 7/24, lo deseo todo con él,
quiero que me sorprenda en cualquier momento del día con sus peticiones más que
morbosas, aceptar la voluntad de mi AMO y SEÑOR. Los orgasmos se suceden en los
próximos minutos… tengo que parar o caeré inconsciente de tanto placer… justo
en ese momento de éxtasis mi señor detiene su cometido.
Dulcemente mueve mi cabeza y mi cuerpo para que me
incorpore ante él que también se levanta junto a mí. Nos fundimos en un abrazo,
no hay palabras, sus manos me acarician dulcemente mientras te susurra:
-
Te quiero
y me fascinas, gracias por tu entrega.
Mi cuerpo se estremece, me abandono a él
nuevamente como el que salta al vacío… estoy en calma, las sensaciones tan
contradictorias de placer y dolor me reconfortan, noto las molestias en mis
rodillas por los largos minutos pasados en posición de sumisa, y la piel de mis
glúteos siguen hirviéndome en mi interior. El placer está por encima del dolor
que sirve de catalizador para estar pletórica y excitada en todo momento. Sigo sin
ver nada, mis sentidos están potenciados al faltarme la visión.
Me guía de nuevo y me tumba en la cama… abre mis
piernas y mis brazos… abrazo el universo mientras mi AMO ata mi mano izquierda,
luego la derecha y exactamente lo mismo con mis pies. De nuevo el miedo a no
saber qué pasará se apodera de mí. Silencio, noto como sus manos convertidas en
plumas se deslizan por mi cuerpo todavía vestido con la lencería escogida por
él.
Mi piel se eriza, mis gemidos salen del alma… sus dedos se detienen para
introducirse nuevamente en mi sexo… deseo y más deseo de ser penetrada… mi
cuerpo a su merced, mis gemidos creando canciones antes de cada orgasmo… y por
fin noto como su cuerpo se une al mío, me besa lentamente el cuello, recorre
mis pechos prestando máxima atención a mis pezones que quieren desengancharse
de mi piel… y en este momento, deseando moverme para acariciarlo y
corresponderle siento como me penetra fácilmente gracias a la lubricación
natural del éxtasis del día… empotradas con tanta energía que me vuelve a
recordar el dolor de mis glúteos azotados minutos antes…
Nos corremos al unísono, me desata y quita mi
venda cuando recupera su aliento, nos abrazamos en silencio, lo acaricio
dulcemente, besos dulces ensalivados, miradas de pasión y tiernas caricias
mutuas hasta que nos dormimos piel con piel…